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Respuestas

06 June, 2002 by traveler

Eran las cuatro de la mañana en la plaza Funes, su visión apuntaba al piso, pensaba, ¿para qué?, ¿por qué?, ¿que hago aquí? Sus ojos parecían no entender dicho cuestionamiento y de una de sus frágiles y rosáceas superficies surgía la resultante de su dolor, la cual recorría todo su delgado pómulo y moría, suave, en su boca.

Cansado ya de querer saber todo de todo prefirió no saber nada, escapó, corrió, alejándose de todo y de todos, sin rumbo fijo y sin mirar o querer mirar donde, sólo escapar. Encontró en esa salida su refugio, su calor, lo que le significaba sentir la cercanía de un concepto no muy conocido, comprensión. Sintió recorrer por su cuerpo sensaciones que lo retraían infinitamente a lugares desconocidos, su cuerpo ya era un envase descartable de su misteriosa alma, la lógicamente infantil y madura que no era comprendida por demás. La fría brisa de la madrugada de febrero rozaba sus delgados cabellos que imitaban el movimiento de las escuálidas ramas. Sintió que tal vez no era suficiente el saco de hilo para abrigarlo de la baja temperatura del albor. Por los fundillos de su pantalón, entraba de a ratos la fina arena esparcida por el suelo. Metió la mano en su bolsillo y encendió lo que quedaba del responsable de su perdida y distendida mirada. Lo sostenía entre su índice y pulgar, lo miró y sonrió. Soltó por fin el espeso humo. Volvió a sonreír mirando un punto no determinado en un horizonte no definido. Se dedicó pura y exclusivamente a escuchar el silencio y se dio cuenta que no existía tal cosa. Su agudeza auditiva fue tan superior que descubrió sonidos no captados en otro momento. Pensó en mil pensamientos a la vez una y otra vez. Replanteó su situación al punto tal de decir:”Basta”. Su estado lo transportaba hacia otro lugar. Pero desde allí aún observaba la nada, cruzó con su visión la angosta y paupérrima calle de ripio y se clavó en la cruz de la iglesia, no se movió más de ahí. La observaba y la medía con sus desgastados y diáfanos ojos. Cuestionaba por dentro de su ser, creencias establecidas e ilógicas sin respuestas. ¿Por qué? La pregunta mas vieja y sin ninguna respuesta desde siempre conocida. No lograba responder desde su posición su importante consulta. Todo lo que significa pensar en algo tan difícil de pensar, la fe. Al final las conclusiones empezaban a hacer sus apariciones, tenues, pero presentes en su mente al fin. Nada lo separaba de ese pensamiento. Miró de nuevo su reloj. Las agujas marcaron casi las seis de la mañana. Olvidó en ese momento porque estaba a esa hora en la pequeña plaza frente a la iglesia. Pero no quería descuidar tampoco lo que había fielmente pensado en ese lapso de tiempo. Un ligero rocío se esparcía sobre su cabeza al tiempo que las tonalidades de rojos se confundían con las azules, en un extremo del inmenso tapiz sobre él. Los delgados hilos anaranjados se refractaban en la arena, lo fueron buscando poco a poco hasta que dieron con su presencia La imagen de la rutinaria esfera rojiza hizo que su estado desmesurara su profundidad al punto que lo dejara estéril.

En eso, una voz se escucho dirigiéndosele:

__¿Padre Julio?¿qué esta haciendo tan temprano acá en la plaza?

Él sólo miro al dueño de esa voz y dijo:

__Salí a encontrar respuestas.– sonrió y caminando lentamente se alejó de ahí.
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traveler81.2002

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