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Hoy

31 July, 2006 by traveler

El escenario es el mismo que hace un tiempo atrás, la mesa, las sillas, el café, las ricas medialunas, todo forma parte del todo, del ámbito, quiza menos frío habia antes, pero si hay mas calor hoy en el alma que hoy vive y siente, había menos tranquilidad, había hambre de revanchas logicamente a destiempo. Es incríble como el mundo seguía siendo el mismo y la forma de verlo no... la forma de sentarse a tomar un café, la forma de padecer un dia tan puto como el domingo, de escribir estas lineas, no tenían desconsuelo y donde solo hoy es un día, el día, el presente, el momento, como me pude perder tanto? en ese momento y más aun antes de ese momento... como no escribía, como no cantaba, como no reía, como no soñaba... no es que hoy haga todas esas cosas, pero si tengo ganas de hacerlas, el dolor no logro que dejarán de ser parte de mi vida, las hirío, no las mató como pensé que había sucedido, es el hecho de querer vivir este momento, el ahora, no estar ayer ni mañana, la sensación en el alma que cambia su nivel connotativo al sentir, tanto en ese momento como en este, que me lleva a pensar: "que bueno que no estas acá."
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traveler81.julio2006

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22 July, 2006 by traveler

la confianza en si mismo es el primer secreto del exito
[emerson]


caer esta permitido, levantarse es obligatorio
[proverbio ruso
]

a veces cuesta mas eliminar un sólo defecto que adquirir cien virtudes
[jean de la bruyere
]

hoy es siempre todavia, toda la vida es ahora... y ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos, porque ayer no lo hicimos, porque mañana es tarde, ahora.
[a machado
]

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Continuidad de los parques

by traveler

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano. la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

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Julio Cortazar
final del juego-1956

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la razón de la razón

18 July, 2006 by traveler

Y era increible como mi propia mente me alertaba, y me alertó en estos dias y era algo especial, era algo distinto que sobrepasaba los "limites" pero seguia siendo parte de eso que ya no sorprendia, o sea, las actitudes, acciones y no acciones de Lariadna no eran algo que me dejaran perplejo, sueños que no serían parte nunca más, hechos que no acompañarían mi memoria, rostro y ojos de extinguida dignidad, personajes vizarros que en vida no serían mas, la tranquilidad en el alma, la felicidad tratando de reparar las heridas que ya no sangran, esas marcas del corazón, del alma lastimada, los errores que a la hora de decir una palabra o escribir un caracter pesan, influyen. Las horas que no pasaban, los dias que no empezaban, las noches largas frias y sin sueños, todo corria por mi mente al tiempo que era su voz la que me hablaba o al menos eso intentaba, pidiendome ver su reflejo en mi mirada triste, en mis ojos que nunca olvidaron nada, y que volviera a pronunciar palabras hacia ella, que sintiera que enfrente mio estaba esa, la responsable de tanto pero tanto dolor, y que pretendia que mis oidos la escucharan que sus palabras significaran algo para mi... otra vez la razón tuvo razón. Chau le dije, corté una vez mas el teléfono, no habia mas nada que decir.
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traveler81.julio2006

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13 July, 2006 by traveler
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