Comenzaba una nueva etapa en su vida, impensada pero prsentida, la frase"no hay mal que dure 100 años" lo rodeaba y hacía sonreir su mirada. Sabía perfectamente que Ella era la "culpable" de tal estado, de tal situación, del cambio del retorno a la vida luego del coma-profundo-decepción, del saldo nefasto del exilio del mundo-Lariadna, en fin, del aquí y ahora. _y esa boca? sonreíme una vez más, ese instante que daba vueltas y duraba mas de los segundos reales. Que distinta que fue esta mañana. _acaso te diste cuenta?

Con la dificil tarea de describir un momento de felicidad pensaría, escribiría, sobre el papel en blanco comienzaría a tornar el sentido a ese instante al parecer poéticamente incorrecto, por extraño sería las palabras estarían descolgadas sin un prefijo que denotaran su carencia e/o inexistencia. bastarían dos segundos para recordar el hecho de intentar sin éxito hablar de otra cosa que no sería la realidad, mechando colores alegres que podrían acaso retomar otro camino que no fuera el mismo donde siempre al final encontraría los primeros pasos.
Tomaría el papel y comenzaría, tal vez, hasta exploraría ese terrerno de palabras dulces y amables, llenas de vida; las que formarían parte, por qué no, de un momento tan dificil de describir y tan sencillo de sentir como sería la felicidad.
No podría explicar ese pasar del alma, esa quietud (pero no la que paraliza). No me importaría la duración del tal suceso, sería darse-cuenta, asi como en los momentos de crisis y angustia sería importante ver el-durante, el que nos permiría observar(nos)
No sabría por cuanto, si sabría que existía, sería real, tendría la oportunidad de ser, hoy sabría ser feliz, y que Ella sería responsable de eso.

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Julio Cortazar
Rayuela (del lado de allá)

Es que era imposible no pensar en ella, otra vez una charla inolvidable, lo mucho que me adentraba y hacía adentrar a ella en los momentos, esos únicos e irrepetibles, conviertiendo dicha charla en uno de ellos.
Es que era una tarea dificil no ilusionarse, y el miedo a que todo se esfumara en un segundo... el segundo donde los ojos reemplacen la imaginación, el momento donde la voz tomara el lugar de las letras, el momento donde todo sería tangible, donde aparecería ese sentido tan importante, donde podrían tocarse sus rostros y descubrir que eran reales.