Encandilado quedaba ante la luz de las respuestas, como la visión objetiva y alejada lograba satisfacer las dudas antisomníferas... era eso, sin más, lo que pasaba, el recuerdo de acciones propias y ajenas, totalmente lógicas y coherentes, la-respuesta-perfecta, el equilibrio justo entre la sensatez y la dignidad... ¡El Silencio!
Era el Silencio! sin otras palabras que lo antecedieran o lo continuaran, era el elemento mejor usado en el mejor momento. Luego estarían las influyentes de siempre, como la desesperación, la angustia, la euforia, la omnipotencia, la tristeza, el dolor, la alegría y siempre presente la ilusión.
La mejor respuesta que me podías dar era el Silencio, hoy lo sabía, tantos días despues.
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